martes, 22 de mayo de 2007

Clasificados


“Vendo dolor con principio de angustia”

Pensaba que por ahí, este era el día para escribir algo feliz, o al menos normal, si esa es la palabra que debia usarse en estos casos. Sin embargo la mañana de a poco se fue tiñendo de ese color tristeza que suele tener un lunes de centro, pero acompañado de ese sentimiento de llanto ahogado, hoy se hace muy difícil cerrar los ojos sin que ruede la bolita de sal.
Es hoy que en los clasificados prefiero vender, o aunque sea permutar mi dolor por un poquito de aire.

“Ofrezco mal poeta con intención de muerte porteña”

Esa idea de una muerte porteña me gustó, una tonta y esquiva muerte que por falta de valor agarra a los mas oscuros personajes del barrio de Caballito, varias veces la vi pasearse en las vías del tren de Lorca y Yerbal, agarrando algún desahuciado que decidió tirarse. Ella ahí, riendo y cantando algún tanguito de estrofas pegadizas:

“Decime quien sos vos, decime donde vas,
Alegre mascarita que me gritas al pasar,
Que haces me conoces, adiós, adiós, adiós,
Yo soy la misteriosa mujercita que buscas”

Otras veces la vi en la Plaza Aramburu, pero ahí solamente se hamacaba como si nada, mirando como una niña a quien podía llevarse por delante, ese verso final sin rima. Fue ahí que se me ocurrió ir a hablarle y comentarle mi idea, le pregunte si la podía acompañar, que yo también era un personaje oscuro y triste, casi efímero en mi alma e incapaz de sentir felicidad o algo parecido, le pedí vagar con ella riéndonos de los idiotas que caerían en su desesperación, ambos carentes de vida.

“Permuto pelo largo hippie por corte al ras”

Ya no se solía esconder los libros, ni se solía tener ideales.
Ya no se elegía, mas bien se acomodaba, ya desatinaba.
…Y el Che me sonería desde una remera Xeneise…


“Cambio dolor por libertad”

Comunicarse a la casilla P.O. BOX 773 preguntar por Bickman que él detallará las pautas oreiras del cambio a realizarse.

martes, 15 de mayo de 2007

Patios



Patios I

“Y los tiempos se separan, y donde quedamos…
Por que al costado ya no queda ni el polvo, y saberte sufriendo el pasado y el futuro que es esquivo. Aquí donde puedo encontrar el presente, donde cada lágrima surca y mancha… ¿donde queda la cicatriz del beso, y donde la cura del abrazo…en que parte del cuerpo se esconde el alma?
Si tan solo fuese presente seria feliz, pero existe pasado y futuro para recordarnos lo tristes que somos”

Patios II

"Entonces Manuel pensó por primera vez, lo complicado que es el proceso que utiliza el hombre para aceptar y desechar a las personas de su vida..."
Para ese mozuelo de tan solo 9 años, el mismo patio de su casa era el mundo entero. Comenzaba a descubrirse y así crecía en su patio, aquel que solía tener la hermosa Rosa China cercana a la escalera que daba a la terraza, y ese olor típico que hoy con 30 años aun reconoce en ráfagas por la ventanilla de algún auto. Se tienta sonriendo con la idea cotidiana, ¿de donde saldrán esos olores que luego se pierden, hacia donde se dirigen, quedaran guardados en algún rincón de la mente para luego ser activados en determinadas situaciones, por que guarda ese añejamiento de algún sentimiento perdido, con que fin nacen?
Manuel jugaba en el patio y con su Rosa China, que transformaba en mil tierras de astronautas y guerreros medievales, a el siempre le habían gustado los caballeros y soñaba que era uno, esa idea del amor idílico caballeresco siempre lo había rondado, pese a que sabia que era imposible su realización, que por cierto por ahí, no era lo importante, sino caminar el trecho buscando esa quimera, ese sin fin que suele llevar al mágico dolor del amor. O acaso eran menos tangibles las batallas que libraba y ganaba el gran hidalgo Don Quijote en nombre de sus fantasías. Hermosa metáfora de lucha por nadie y por nada para la sociedad moderna…

Patios III

Jugaba a las escondidas Gabriela en su casa de Avellaneda y Bolivia con su amiga Sombra, la descripción del juego era sencilla, se trataba esconder detrás de algún arbusto del jardín de su madre y al mínimo movimiento del sol, Sombra se aparecía y ahí Gabi se largaba a la carrera a tratar de atraparla para que ella no llegue primero al punto en el que su derrota, fuese inminente. Casi siempre Gabriela perdía y la palabra inminente tomaba un color especial, por ahí era gris como el del patio; ella hoy con 35 años entiende que al menos el gris, no era ni negro, ni blanco, y pensó que de eso se trataba correr a Sombra, aprender el gusto de los grises, comprender esa parte de derrota que todo tiene, esa pequeña cuota de muerte que tiene la vida, que a su vez es esa gota de vida que deja una derrota. “Y el intento de un casi bebé debe siempre volverse a intentar”

Patios IV

La calle Caracas solía contar con gran cantidad de árboles de los matices más extravagantes de verdes, siempre me gusto caminar por ahí. El recuerdo viene de pibe, cuando iba al colegio abrigado en las mañanas de frió, solía divertirme viendo los inmensos árboles con formas de monstruos que comían todo el empedrado, levantándolo como si no se percatasen de que el ser humano los había cercado.
También recuerdo que la calle era muy soleada, y el contraste entre los haces de luz que se desprendían de las hojas de esos monstruos increíbles con las sombras que iban y venían, hacían un hermoso paisaje matutino, y siempre me llamaba la atención un bar antiguo, casi perdido llamado “El bar de Matías”, no se por que, era un lugar raro y sagrado para mi. Construido en madera casi en su totalidad, las mesas rusticas con los tableros de ajedrez más antiguos jamás vistos, el olor a café y sonidos de tasas chocando, los gritos de algún viejo enojado por una derrota y otro gritando: “¡Jaque Mate!”, me impresionaban. También es de destacar la increíble capacidad del mozo (Matías) para recordar los pedidos, me dije: “mozos son los de antes” y me reí para mis adentros. A veces pareciese que esa gente de noche se petrifica y de día nacen nuevamente para ocupar los mismos lugares, los mismos roles y están condenados a repetir sus actos por la eternidad. El caso es que ese bar parecía encantado. Justo ahí cumpliendo veinte años de mis recuerdos me encontré con el:
- ¿Qué haces Manuel tanto tiempo?
- Todo bien Julio, ¿como va todo?
- Bien, con algunos quilombos de laburo para variar, ¿Y vos, como andan tus viejos? ¿Seguís con Gabi?
- Bien, la vieja con la idea de escapar de Buenos Aires, quiere irse a vivir al sur. Y papá como siempre se quiere quedar acá, así que en el traqueteo constante y con Gabi…….

La conversación siguió durante horas entre los amigos, lo único que no pude saber, es como estaba Manuel con Gabi ya que en ese momento alguien grito: “mozo, la cuenta”.